viernes, 6 de enero de 2017

EN MI DEFENSA


Estábamos los dos, el resto solo eran como hojas sostenidas por el viento, propias de un sueño despierto.

Agazapado como cazador furtivo entre las sombras, esperando el momento.

En mi defensa solo alegaré que ella coqueteo primero.

El disimulo en su mirada era tan evidente, como el 7.8 en la escala de nervios de mi pierna.

Bastaron dos leves atisbos de sonrisa para que opacara el paisaje y obnubilara mis sentidos.

Mientras el rugido de los motores hacía de cómplice en ese flirteo insonoro.

Los minutos pasaban junto con las oportunidades, al vaivén de las paradas.

Estaba casi todo decidido para el primer intento, menos el idioma.

Pero entre francés, inglés, alemán, holandés, señas y muecas algo ha de salir.

En el peor de los casos sabía que por lo menos una sonrisa he de robar.

Imaginaba una dentadura brillante como las ideas que en ese momento no tenía.

Su cabello ya destellaba a lo lejos, cada hebra que se recogía intencionalmente eran una invitación.

Si me preguntan ¿qué es la perfección? sin dudar mostraría sus delicadas manos esculpidas con pétalos.

Los cinco metros de distancia se convirtieron en una prueba de obstáculos interminable.

Sin ser Ulises ni esta la Odisea, estaba seguro que ella era Penélope.

Cual Quijote, cobardemente armado solo de valentía, logré llegar.

Lo primero en oír fue una voz distante y lejana diciendo: “Wilkommen München”

Y así mi tren llegó a su destino.


Fin.

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