viernes, 27 de noviembre de 2020

En mi NO Cumpleaños. Yuri "El Intrépido"

Tenía entre 4 y 5 años, no recuerdo con exactitud. Yuri fue mi primer y mejor amigo, tampoco recuerdo como nació esa amistad, él venía a mi casa y jugábamos todos los días, éramos niños, muchas veces las explicaciones o los motivos sobran.

Contemporáneo en edad, pero no en valentía, él era el verdadero INTRÉPIDO, yo solo lo secundaba.

Dos pequeños niños, inmensos en imaginación; de tez distintas pero un similar corazón. Todo era un mundo por descubrir, algunas veces Yuri me preguntaba si sabía hacer algo, como, por ejemplo: ‘pilotear aviones’ cuándo respondía no, él siempre replicaba:

- “Eso es facilísimo”-

Para todo tenía respuestas, todo lo sabía hacer y a todo yo le creía. La dulce ingenuidad es una de las virtudes que los adultos carecemos.

En alguna ocasión mientras explorábamos apareció un “gigantesco perro” (en cambio, la exageración es algo que no se pierde tan fácil), nos persiguió por media cuadra, sus ladridos eran inversamente proporcionales a su tamaño, no entendía ni hasta el día de hoy ¿por qué los perros pequeños son tan bulliciosos? Asustados gritábamos, pero yo más, porque Yuri era más veloz.

Nuestra carrera por la vida ante dicha fiera terminó, gracias a un palo, con el cual Yuri de forma temeraria le hizo frente y el perro como si nada se marchó, muchas veces en la vida solo tenemos que mirar de frente al problema y plantarle cara.

Yuri con una resplandeciente sonrisa que contrastaba armónicamente con su piel me pregunta:

- ¿Te asustaste? -

Con el corazón en la boca y las lágrimas por el piso, le dije:

- ¡No, para nada! -

¡Éramos un dúo increíble! Pasaba tanto tiempo en mi casa que lo consideraba mi hermano, con tal según yo, nos parecemos. Años después supe las razones, pero en ese momento no había respuestas a preguntas no formuladas. La vida es más sencilla cuando nos despojamos de la necesidad de saber y controlar todo. Es el tiempo en el encargado de las respuestas.

Una serena noche de las ultimas de noviembre, avizoraba el invierno tocando la puerta con su primera lluvia, miraba atento la tv. mientras mi mamá conversaba con alguien en la puerta, mi hermana entendiendo la situación y con un semblante adusto me dijo que no saliera.

Veo ingresar a mi mamá y muy al estilo de ella, directa sin anestesia me dice:

-Tu amigo Yuri, ¡ha muerto! (…)-

Le respondí: - ¡Ah, ya! -

Y seguí viendo tv., mi madre mantuvo su mirada fija viendo mi reacción, después conversó algo con mi hermana la cuál mantenía una cara opaca. Esa noche ella me dejó ver lo que quería. Igual me dormía temprano, no disfruté mucho.

Varios días después que obviamente Yuri no venía, le dije a mi mamá:

- “Vamos a la casa de Yuri, que no ha venido a jugar”-

Mi madre más asombrada que ratón en quesería me dice:

- ¡Ya te dije que él se murió! -

- Ya, pero ¿¡cuándo viene!? - Le respondí.

Dentro de las muchas cosas que no entendía, en un mundo lleno de cosas innecesarias, así como de preguntas irrelevantes, esto era una de ellas. Hasta ese momento todos asumían que yo entendía el significado de la muerte, era un niño inteligente y sabía muchas cosas; pero, Yuri nunca me habló sobre eso.

Mi mamá intentando explicar me dijo que es igual a lo ocurrido con Morrongo ll, pero obviamente Morrongo era un gato ya pasado de años, lento, medio ciego y gordo, mi amigo en cambio era un niño, intrépido, fuerte, con muchas ganas de recorrer el mundo. ¡Simplemente no entendía el por qué!

Hoy no está mi primer amigo, pero si el INTRÉPIDO que ahora soy yo, en honor a Yuri sobre mis hombros llevo entre otras cosas su audacia y sonrisa a pesar de la durísima vida que tenía. Y hoy en mi NO CUMPLEAÑOS, sus recuerdos viven en mí. La vez que fui al Coliseo Romano, recordé cuándo vimos Ben – Hur y jugamos a los soldados, con capas y espadas. Esa ocasión estuvimos los dos.