Muy cerca de la torre Eiffel
existen varios restaurantes. Como no siendo uno de los lugares más icónicos en el
mundo entero. Algunos tan exclusivos que se tiene que reservar con mucha anticipación, otros no tanto. Pero, manejan el mismo status; saltando siempre el pensamiento economista, supuse que el alquiler debería ser realmente alto.
Decidimos entrar a un lugar en
particular, aunque ostentoso, pero el frío y el hambre no entienden de economía,
al entrar el mesero sumamente amable como era de esperarse -en temas de
servicios estos países nos dan clínica- pregunta mesa para cuántos, por suerte
los números en francés me los sé bien y digo esto porque si hay algún país orgulloso
de su idioma sin duda es Francia. En la mesa del fondo había una pareja, eran
personas mayores muy concentrados el uno en el otro; cerca de la barra habían
tres chicas conversando muy animadas, sin caer en escandaloso; en la mesa de
atrás estaban un señor con quien presumo sería su hijo, ambos muy serios pero
contentos al mismo tiempo; las paredes y el techo estaban decoradas con una
gran variedad de fotos de ese París de ensueño, el marco de las gráficas era de
un dorado tipo oro, imposible entrar y que la mirada no se pierda entre tanto
destello, parecía Stacy cuándo llega a Guayaquil. Pero, con la sensación de estar
en el Palacio de Versalles.
No es mito que toda la comida
en París es rica. Después de tomarnos la orden, el mesero me pregunta:
- ¿Usted es de Brasil? -
Según
el mesero mi francés tiene destellos de portugués, le replico: “Je suis
Equatorien”. No me asombraba de su pregunta, en Barcelona un paquistaní me confundió
con chileno, ¡si como leen, un paquistaní todavía! siempre he creído que el
acento costeño es neutro, pero al parecer no ha sido así, o esto de los dejos
es muy subjetivo.
Así, nuestra velada transcurría
entre anécdotas y curiosidades. Pero, había algo que me inquietaba. Desde el
momento que ingresé al local pude observar que en las mesitas de afuera había
un señor, era el único que prefirió los -2° de temperatura, a la calidez del
interior. Acompañado solamente de una taza de algo que seguramente ya estaría
fría. Mi mesa daba justo al cristal y desde la silla tenía vista privilegiada a
esto que a mi cerebro perturbaba. Mi cuerpo estaba en la tertulia pero mi
cerebro no, para no demostrarlo sacaba a momentos preguntas de esas ambiguas y confusas
dónde la respuesta pueda tomar su tiempo, y así lograba mantener la atención
disimulada en lo que ese momento me tenía absorto.
Limpiándome los lentes pude
entender que la vista de aquel señor, daba nada más ni nada menos que al mismísimo
río Sena, obviamente yo también tenía la misma vista, sólo que desde atrás de los cristales. No muy lejos de allí, estaban Jardins
du Trocadero, Palais de Chaillot, la torre Eiffel, etc.
Por un momento me trasladé al
pasado pensé en tantos escritores, filósofos, cineastas, pintores que han
estado aquí, sintiendo y viendo lo mismo que yo o tal vez él. Me quise sentir
un Henry Miller relatando sus lujurias en Clichy, o Victor Hugo exponiendo toda
la morbidez de una sociedad en Les Miserables, Alexandre Dumas mostrando la valentía
y lealtad de sus 3 mosqueteros. Cineastas de la talla de Godard y Truffaut, el
mismo Van Gogh pintó un París colorido. En ese momento entendí porque es la
ciudad Luz, si hasta sus calles en medio de la oscuridad de la noche brillan,
expresan sin hablar, tienen tanta historia y cultura de por medio que no
importa si hace frio o calor, en cada pisada hay algo que decir, algo de que
enamorarse, algo de que apenarse.
No sé en qué momento pero mi
tertulia abandonada estaba girando en torno a la copa de Glenfiddich 30 años
que estaba en la mesa, supe que era el momento de volver a la realidad, y en
momentos así es cuándo aprendes a valorar los silencios y la fantasía. Más aun cuándo
pides:
"l'addition s'il vous plait"
O sea que, sentiste la cultura en tu piel, el arte estremeció tu médula ósea, y el encanto hirvió tu sangre, al pensar e imaginar a todos esos grandes escritores que percibieron a ese París, germen de sueños e inspiraciones, a -2 grados...
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